La crisis sanitaria causada por la pandemia ha puesto de relieve, con toda su crueldad, la relevancia de las enfermeras de críticos. Cada día en los medios de comunicación hemos conocido la demanda de distintos hospitales para incorporar nuevas profesionales. También hicimos desde la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias (SEEIUC), una llamada a la movilización de profesionales de comunidades menos afectadas que pudieran dar soporte a las más saturadas1, aun sabiendo que las opciones eran pocas, porque los recortes en la sanidad pública de los últimos años han menguado los equipos de enferme-ría de críticos y formar enfermeras expertas en cuidados críticos requiere de meses de formación de posgrado. Todo ello debido al no reconocimiento de una especialidad propia, por la derogación del decreto RD 992/19872 que fue sustituido por el RD 450/20053 que incluyó la enfermería de cuidados especiales en la macroespecialidad de enfermería médico-quirúrgica, aún pendiente de desarrollo por parte de la comisión nacional.