El propósito fisiológico exacto del sueño aún no se ha esclarecido completamente. Se acepta que tiene una función restauradora cerebral facilitando la eliminación de productos de degradación metabólica vinculada a la actividad neuronal. Encuestas identifican la falta de sueño como una situación muy frecuente durante la estadía en UCI. Los pacientes críticos presentan fragmentación del sueño severa. El tiempo total de sueño es generalmente normal, no obstante, experimentan 6.2 despertares por hora, determinando gran deterioro en la calidad del sueño. Predomina la vigilia y sueño superficial (N1 y N2), en desmedro de N3 y REM, determinando un sueño ligero con poca restauración fisiológica. Dado esta mala calidad del sueño, los pacientes
críticos presentan somnolencia diurna, lo que se traduce en que hasta un 50% del tiempo total de sueño es diurno. La alteración en la arquitectura del sueño provoca efectos nocivos en la mayoría de los sistemas. Destacable es que produce una desestructuración importante de la homeostasis inmune. La contra regulación antiinflamatoria que ocurre en el sueño tardío normal desaparece, perdiendo su efecto modulador. Muchos fármacos empleados habitualmente en la UCI afectan negativamente la estructura del sueño. Paralelamente, factores ambientales tienen un rol preponderante en la alteración de la arquitectura y calidad de sueño en pacientes críticos. Entre ellos, la luz, el ruido y la atención clínica son particularmente importantes. Estrategias para intervenir estos factores parecen ser costo efectivas, no obstante, hay pocos estudios que incluyan medidas objetivas de impacto en el sueño.
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