Una frecuencia cardíaca basal más elevada en la clínica se ha asociado a una mayor morbimortalidad cardiovascular. En gran parte de los estudios, la asociación entre frecuencia cardíaca y mortalidad se mantiene incluso tras ajustar el análisis para múltiples variables, como factores de riesgo cardiovascular, actividad física, función pulmonar, uso de betabloqueantes, tratamiento antihipertensivo, hemoglobina, hipertrofia ventricular izquierda, enfermedad coronaria o insuficiencia cardíaca. La taquicardia basal sería, por lo tanto, un marcador de enfermedad crónica subclínica o de la propia hiperactividad simpática. Tanto la frecuencia cardíaca clínica como la obtenida por monitorización ambulatoria de presión arterial —especialmente la frecuencia cardíaca nocturna- son útiles para estimar mejor el riesgo del hipertenso.
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